Cuando una persona envejece, por
lo general le gusta estar en su casa y rodeado de sus cosas, sus recuerdos y
sus costumbres. Cosas inmateriales, las cuales cuesta mucho deshacerse de ellas
por el valor sentimental para la persona.
Por eso, a nuestros mayores les
agrada la idea de envejecer en su hogar y disfrutar cómodamente de su rutina,
la rutina de toda una vida vivida.
Para valorar las capacidades y
cualidades que posee dicho cuidador, se tienen en cuenta los siguientes puntos:
-Formación que ha recibido para
tratar con mayores.
-Que le guste trabajar con
personas mayores.
-Respeto a su intimidad y sus
costumbres.
-Intuición para detectar y
alertar de cualquier problema.
-Atento a sus reacciones,
opiniones y gustos.
-Facilidad de comunicación.
-Agilidad y destreza para atender
a personas con problemas de movilidad.
-Simpatía.
-Que sea estimulante.
En la sociedad actual española y
tomando como referencia Madrid, la capital del país, según unos datos
obtenidos, las estadísticas indican que sobre todo, la mujer tradicionalmente
en España, siempre se ha encargado de atender y cuidar a sus mayores. Pero la
incorporación de la mujer al mundo laboral y el aumento de los recursos
disponibles en la rama de ayuda a domicilio cada vez más en auge tanto públicos,
como privados, origina la posibilidad de contar con un cuidador que cubra las
necesidades y actividades diarias de la persona mayor.
Las tareas del cuidador puede
abarcar desde una tarea rutinaria de poco tiempo al día, a todas las tareas que
realiza una persona a lo largo de su día, como llevar a cabo las actividades de
la casa (cocinar, lavar, limpiar, planchar, etc.), acompañar a salidas fuera
del domicilio (por ejemplo, acompañar al médico), ayudar a los desplazamiento
dentro del propio domicilio (por ejemplo, ir al baño), ayudar a los cuidados de
la higiene personal, ayudar a administrar los bienes y el dinero, supervisar la
toma de medicamentos, cubrir tareas básicas de enfermería o resolver
situaciones en las que se pueda encontrar la persona mayor en un momento dado
(por ejemplo, algún desmayo o cuando se encuentre agitado).
Por todo ello, es muy importante
que la familia antes de contratar a la persona cuidadora, supervise su trabajo
y exigirle el cumplimiento de sus funciones. También debe evitar contratar a
personas que se ofrezcan en anuncios de la calle o en centros públicos que no
tengan suficiente formación.
Asegúrate de que tus mayores
tengan un envejecimiento feliz y armonioso, en manos de auténticos
profesionales.
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